jueves, 15 de abril de 2010

¿CÓMO RECONSTRUIMOS EL ALMA DE CHILE? UN APORTE AL DESAFÍO DE PENSAR LA RECONSTRUCCIÓN


En una de las muchas intervenciones que se han hecho y se siguen haciendo a propósito del terremoto y la reconstrucción, hay varias frases que me parecen peligrosas por su vacuedad. Frases cargadas de emocionalismo barato y carente de profundidad, frases que buscan, en un juego de marketing, retozar con los sentimientos de muchos compatriotas que, cansados de promesas electorales y comerciales, deben aguantar que se les ridiculice para que algunos puedan obtener mayores creditajes políticos y de rating.


Una de las frases que me parece que debemos atender a esbozar su significado es el de Reconstrucción. Ello debido a la gravedad de la realidad que esta palabra nos presenta. La idea de reconstrucción nos invita a volver a construir algo que ya estaba construido, es decir, la palabra reconstrucción nos invita a mirar el pasado y meditar sobre el país que éramos para poder construirlo de nuevo. Este mirar el pasado puede tener dos formas de ser comprendidas. Una primera comprensión pasa por mirar el pasado en afán de agradecimiento y conmemoración de lo que hemos logrado llegar a ser como país, para decirlo en términos económicos, para volver a alcanzar el desarrollo del país. Pero una segunda comprensión, nos llevaría a querer reproducir los males que penosamente hemos cargado como sociedad chilena; los males de la pobreza y la desigualdad social, de la discriminación por pensar distinto y el acceso inequitativo a los bienes del país. La centralización burocrática y descarnado aniquilamiento de nuestros antepasados aborígenes.


Pensar la reconstrucción de nuestra patria significa detenerse a pensar lo que consideramos importante para ella, pues, pensar es pensar lo importante. Heidegger nos recuerda que pensar lo importante, lo esencial, va de la mano con otras dos palabras; traer a la memoria o recordar. La palabra alemana Danken tiene la misma raíz que la palabra Pensar Denken. Es así que para poder arrimarnos a la reconstrucción tendremos que echar mano a la historia de lo que hemos sido como nación, de lo que nos identifica como miembros de un pueblo. Significa atender a lo que otros han aportado a nuestra identidad nacional. Reconstruir es recordar; recordar el aporte de O’Higgins, de Carrera, de Rodríguez, de Bello, de Balmaceda, de Frei y Allende, recordar implica remontarse a ese primer querer Chile que se ha ido traspasando hasta hoy. La tarea es grande, pues ello implica incluir a todos en el desafío de la reconstrucción; la de aquellos que piensan distinto, de aquellos que sueñan un chile distinto al de las cúpulas políticas y oligárquicas, implica reconocer seriamente su opinión tan válida como la del que creemos tiene mayor validez. Pensar Chile y en su reconstrucción implica reconocer su identidad.


Sería iluso que pensáramos reconstruir nuestra patria cuando desconocemos nuestra verdadera identidad. Pensar Chile implica, como decíamos arriba, recordar, pero también agradecer (gedeken) Eso quiere decir, que al momento de recordar (Pensar) a Chile estamos haciendo un acto de agradecimiento por lo que una vez sucedió y por aquello que ha llegado a suceder hasta nuestro días. Pensar Chile implica agradecer el aporte de todos en esta hermosa patria que ya lleva doscientos años de historia. Pensar Chile no es otra cosa que agradecer por lo que hemos sido. Sólo así, con una actitud conmemorativa podemos adentrarnos en la tarea que nos urge.

Más aún cuando nuestras autoridades se han propuesto reconstruir el alma de Chile. Ello nos tiene que llevar a hacer memoria de todos los que han conformado esto que ha pasado a ser el alma de nuestra patria, pero mientras no sepamos el aporte real de todos los habitantes no podremos aventurarnos ante tan peligrosa tarea. Tal vez, el alma de Chile esté hace tiempo bajo las ruinas ¿No es acaso el saqueo en Concepción un signo de ello?, ¿No será nuestro brutal inequidad al acceso a las riquezas la punta del iceberg de ello? ¿No será acaso la pérdida de la participación política una grave muestra de nuestra alma derruida ya por muchos años?


El problema se nos aparece entonces y es difícil evitarlo. Los conceptos marcan el ánimo fundamental de lo que pretendemos. Por lo mismo se hace urgente que podamos escarbar sobre el significado de nuestras palabras para decir lo que realmente queremos decir. Me preocupa el término reconstrucción porque parece cargada de vestigios de colonialismos. Dominaciones ingratas que en nada aportan a lo que queremos ser. Me preocupa la liviandad de los discursos que no se hacen cargo del momento de gracia que puede llegar a ser el pensar en Chile. Me preocupa que sólo se haga noticia del terremoto y no se medite sobre el mismo, como si éste no fuese un acontecimiento tremendo del que debemos hacernos cargos meditativamente para no caer en los errores del pasado y no traicionar el sentido del que muchos han dado su vida para tallarlo. Al fin y al cabo Pensar también es pesar, penosidad, densidad. Eso necesitamos para nuestra patria que pese el ser chilenos más que el ser de algún reducto político, deportivo o ideológico.


Reconstruir el alma de Chile implica, por tanto, abandonar la primacía de la economía por sobre el hombre, el irrestricto apego a la propiedad privada de algunos cuando hay muchos compatriotas que no tienen propiedad. Significa atender a las necesidades reales de las personas, etc. Reconstruir el alma de nuestra patria debe ser el corolario que nos lleve a pensar seriamente lo que hemos sido, lo que somos, lo que queremos ser.