viernes, 6 de septiembre de 2019

INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO DE SOLIDARIDAD (parte 1)


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La  “Solidaridad”, palabra muy manida, que en la historia de las ideas de occidente es reciente y representa un complejo nudo de relaciones que intentan responder a cierta condición humana. Todos pretenden encontrar en ella apelaciones a una “esencia” humana que va más allá del sujeto y que se abre a los otros, ya sea de manera circunstancial como permanente; Proyectos emblemáticos, obras de caridad pequeñas y majestuosas, colaboración ante alguna dificultad humana, empatía ante el dolor y la frustración, muestras de afectos  y muchas otras acciones y actitudes son tildadas con el genitivo de “solidaria”. Hay algunos que la ubican como sinónimo de voluntariado y cooperativismo, e incluso hay otros que la niegan como elemento perturbador de las exigencias de justicia social que deben existir entre los seres humanos o de las instituciones para con las personas. Pero por sobre todo, la solidaridad se presenta como una nueva forma de referirse a la condición humana, para resaltar su carácter social ineludible.

A-   ETIMOLOGIA

            La Solidaridad como concepto es relativamente nuevo que tiene su carta de presentación en el mundo francés, hacia el siglo XVII[1]. Cuando Pierre Leroux emplea el término para hacer referencia a una nueva forma de hablar de la caridad cristiana en una sociedad laica. Pero definitivamente quienes la introducen como un concepto fuerte en el ámbito de las ciencias sociales son el teólogo L. Bourgeois y el sociólogo Emile Durkeim. El primero para referirse al solidarismo como alternativa al liberalismo y al colectivismo en las ciencias sociales y el segundo para referirse a la cooperación entre las diferentes clases sociales.[2]

Etimológicamente Solidaridad tiene su raíz en el latín y está emparentada con las palabras solidus,  y el sustantivo soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, sólido, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Aunque en el latín no existe ninguna palabra que suene a solidarietas, en él son más frecuentes las expresiones comiunctio, communio. En resumidas cuentas la palabra solidaridad puede significar dos realidades significantes: el hecho de construir algo de manera sólida, compacta y la que dice relación con el mundo jurídico que expresa las obligaciones in solidum, es decir, mancomunadamente. La primera de estas significaciones será la que utilizarán las ciencias sociales para referirse a las relaciones en las clases sociales y la segunda que formará parte del corpus jurídico que expresará la idea de compartir el destino entre personas que tienen entre si una relación contractual.

También es posible afirmar que la palabra solidaridad puede derivar del nombre que se le daba a la moneda de oro 25 denarios llamada solidus, la que por su importancia estaba bien considerada en el mundo latino. Del nombre de esta moneda que era atendida como  “Fuerte”, “estable” y “solvente”, derivan nuestras expresiones de Sueldo y de soldada.

Luego esta palabra se irá cargando de significaciones diversas desde el ámbito del derecho y de la construcción, pasando por las ciencias sociológicas hasta llegar a hacer referencia a un valor y a una actitud moral muy apreciada por la sociedad. Sin lugar a dudas que es en el ámbito del derecho en donde adquiere mayor importancia y es la vertiente desde la cual el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española hace derivar su noción.

En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española[3] la palabra Solidaridad recoge la raíz etimológica latina de doble significación que citáramos anteriormente y que afirma tiene dos acepciones:
a)      Modo de derecho u obligación in solidum.
b)      Adhesión circunstancial a la causa o la empresa de otros.
El diccionario de la lengua de la editorial Anaya es algo agrega un elemento moral y sociológico  a  la definición y afirma de la solidaridad como una “Circunstancia de ser solidario con un compromiso, una obligación”, relación entre personas que participan con el mismo interés en cierta cosa, particularmente que se sienten unidas a la comunidad humana”. Y  cuando se refiere al adjetivo afirma su procedencia del latín solidus, “ligado a otros por comunidad de intereses y obligaciones (significación jurídica) que se une a una causa”. Y agrega una relación etimológica con la palabra “sueldo”.[4]

Al revisar algunos diccionarios jurídicos nos encontramos que la palabra Solidaridad viene definida como:
  1.  “La actuación o responsabilidad total en cada uno de los titulares de un derecho o de las obligaciones por razón de un acto o contrato.”
  2. “Vínculo unitario entre varios acreedores que permite a cada uno reclamar la deuda u obligación por entero, sean los deudores uno  o más”.
  3. “Nexo obligatorio común que fuerza a cada uno de dos o más deudores a cumplir o pagar por la totalidad cuanto les sea exigido por el acreedor o los acreedores con derecho a ello”.
  4. “Identificación personal con una causa o con alguien, ya por compartir sus aspiraciones, ya por lamentar como propia la adversidad ajena o colectiva”.
  5. “Cooperación, ayuda, auxilio.”
Además se establecen dos modalidades de solidaridad; la solidaridad activa que corresponde a cada uno de los acreedores solidarios y la pasiva que caracteriza al deudor solidario.

B.        DEFINICIÓN JURÍDICA

Desde el punto de vista jurídico, podemos determinar que la palabra in solidum se refiere a las responsabilidades contraídas por cada uno de los sujetos  coimplicados en un contrato[5]. Para el Derecho Romano una obligación es solidaria cuando hay indivisibilidad en el uso de un bien junto con la pluralidad de sujetos. Por ejemplo, cuando se hace uso del término “deudores solidarios”, cada uno de ellos se obliga a pagar la totalidad de la deuda, en caso de que alguno no lo haga. “Aunque esta raíz jurídica sitúa el concepto en el derecho privado, a partir de los siglos XVIII y XIX se extiende al derecho público apara explicar el origen de las obligaciones sociales y justificar la organización de las instituciones.” Define  la obligación por entero, por el todo o total. Suele usarse para expresar la facultad u obligación común a dos o más personas y que atañe a cada una de ellas por entero.

Existe una obligación in solidum, cuando cada deudor puede ser llamado a responder por el total de una deuda contraída por varios sujetos. Los varios deudores están obligados a responder por la totalidad de una misma prestación debido a la naturaleza misma o de la voluntad de las partes. En la concepción jurídica se supone que del concurso de varios sujetos a una misma acción corresponde una parcialidad de obligaciones. Cada sujeto está obligado a responder por su parte en la intervención. Sólo cuando se declara la solidaridad queda derogada la parcialidad de la obligación.[6]

C.     SOCIOLOGÍA Y SOLIDARIDAD

Es el mundo de la sociología donde, a partir de Emile Durkheim, se comenzó a teorizar sobre ella. Durkheim, recibiendo las influencias de August Comte elaboró que se ha denominado un solidarismo sociológico correlativo a la propuesta de solidarismo político de L. Bourguois. En sus estudios sociológicos definía la Solidaridad como la cohesión de los grupos solidarios y la forma de relacionarse los individuos de un grupo entre sí. Afirmaba Durkheim que el grupo es solidario con sus miembros y los miembros con el grupo.

Estableció, además, dos modalidades de solidaridad: a) la solidaridad mecánica, que era propia de los grupos cerrados y de las sociedades primitivas, en las que no existe la división del trabajo y sus miembros están supeditados a los intereses del grupo. Estos grupos viven un fuerte hermetismo y cohesión interna y de ella se establecieron las bases de las sociedades corporativistas, “lo que propicia el principio político de carácter organicista que está en el fondo de todos los fascismos.”[7] b) La solidaridad orgánica, es la que pertenece a las sociedades más avanzadas en que funcionan grupos más abiertos; en estas sociedades abiertas hay división del trabajo y donde el individuo no se define por el lugar que ocupa o su función dentro de ella, sino por el sistema de relaciones que constituyen el tejido social más amplio. De esta idea podemos deducir la comprensión de la solidaridad como un vínculo entre todos los seres humanos, iguales entre sí.

Según Jean Duvignaud existe una numerosa cantidad de modos en los que se expresa la solidaridad sociológica, a saber:
  1. Solidaridades tradicionales: Son casi involuntarias y necesarias, se dieron en las sociedades tradicionales, pero tienen cierta continuidad en la nuestra.
  2. Solidaridades de vínculo de Sangre: son aquellas que brotan de las relaciones familiares, ya sea biológica y/o cultural.
  3. Solidaridades urbanas: Son aquellas derivadas de los grados de cohesión o de pertenencia a una ciudad, por ejemplo, el sentido de identidad que se originaba en los griegos frente a la polis.
  4. Solidaridades del saber, de la magia, de la técnica que dan origen a las escuelas, los gremios, universidades, colegios, especialmente en la época medieval donde fue su  apogeo.
  5. Solidaridades en el mundo del trabajo, es aquella relación que se da entre los miembros de una empresa, obreros entre sí o empresarios.
  6. Solidaridades ideológicas, vinculadas a movimientos sociales, sucedáneos de la religión, o las sociedades filantrópicas.
  7. Sociedades errantes, naturales, sociales, políticas e intelectuales. Encontramos además, las solidaridades del juego y de las fiestas.
La Solidaridad sociológica es propia de todas las sociedades en todas las épocas. A cada época corresponde un tipo específico de solidaridad que es expresión de las situaciones históricas que viven las respectivas sociedades. Al cambiar la situación de esos grupos cambiará, por ende, su forma de solidaridad. Desde esta perspectiva, entonces, no estamos nunca ante una crisis de solidaridad o una pérdida de la misma, sino que una pérdida de antiguas solidaridades y el paso a nuevas solidaridades.[8]

La solidaridad en clave sociológica, puede llevar a ciertas deformaciones y ambigüedades de la misma que, sobrevaloran las relaciones entre los integrantes del grupo social y el grado de cohesión de los mismos[9]. En este sentido estaríamos hablando de una solidaridad cerrada que ve a los integrantes del grupo como hermanos, correligionarios o socios y que expresan una forma de fraternidad excluyente. Este tipo de solidaridad se apoya, generalmente, en la pertenencia grupal y se expresa en la cooperación de los mismos integrantes entre sí. Este tipo de solidaridad cerrada es lo que deriva consecuentemente en una forma de corporativismo que “tiene la doble cara de ser muy solidario hacia dentro del grupo y poco solidario, por no decir, insolidario, hacia el resto de la sociedad.”[10]

D.    TEOLOGÍA Y SOLIDARIDAD

En el ámbito de la teología tenemos dos corrientes que rescatan una visión más estructural dinámica de la solidaridad. La Teología de la Liberación la ubica en una dinámica explotados-explotador. Así surge la solidaridad como un movimiento de liberación de aquellos que han sido recurrentemente postergados; aquellos desheredados de la historia. Como lo afirma Gutiérrez La pobreza significa, en última instancia muerte.[11] Un movimiento ascendente que busca establecer una mirada distinta de y para los más postergados.

Para ella, la  ética tiene un carácter eminentemente intersubjetivo, pues, incluye al otro, implica una responsabilidad por el otro y con el otro. Significa otorgarle validez a un mundo lleno de sentido, de memoria, de cultura y de resistencia. Significa otorgarle contenido a las necesidades del otro y entenderlo como un interlocutor válido en la vivencia de la praxis histórica.[12] Como bien lo afirmaba Dom Helder Cámara “El sueño de uno es apenas un sueño, el sueño de muchos es una realidad.”

J. B. Metz y su propuesta de Teología Política establece que el discurso sobre Dios debe pasar necesariamente por lo que él denomina la “memoria pasionis”, es decir, por la cuestión del sufrimiento. Esta memoria de la pasión no es otra cosa que la memoria del sufrimiento de los otros en el que el discurso sobre Dios se interrumpe al preguntar por el sufrimiento en la creación buena de Dios. En Jesús, la sensibilidad al sufrimiento de los demás era la expresión más fuerte de aquel amor que la parábola del «Buen Samaritano» (Lc 10,25-37) ha inculcado para siempre a nuestra memoria cultural. Nos convertimos en prójimo al acercarnos al que sufre. En este modo de la compasión se unen el amor al prójimo y el amor a Dios (cf. Mt 22,37-40), y el discurso sobre Dios se hace sensible al sufrimiento. Cuando la compasión, en cuanto sensibilidad al sufrimiento, conduce a la actuación, se convierte en solidaridad.

Finalmente, hay que subrayar con Johann Baptist Metz que la solidaridad no se extiende solamente a los contemporáneos. Vale también «hacia atrás», es decir, es solidaridad de memoria con los muertos; y vale «hacia adelante», es decir, es solidaridad de responsabilidad por las generaciones futuras. Esta solidaridad anamnética o compasiva posee un carácter escatológico que busca establecer mediaciones con la realidad histórica. No basta una solidaridad simétrica que intente explicar el pasado  como una historia de frustración y lanzarse a la construcción del futuro,  sino que- a su juicio-  debe  establecerse una solidaridad asimétrica en la que los sujetos que carecen del reconocimiento de su dignidad y luchan por ella deben enfrentarse a otros que no reconociéndolas se comportan como dominadores. La tarea es una solidaridad en la que exista la necesidad del mutuo reconocimiento.


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