La “Solidaridad”, palabra muy manida, que en la
historia de las ideas de occidente es reciente y representa un complejo nudo de
relaciones que intentan responder a cierta condición humana. Todos pretenden
encontrar en ella apelaciones a una “esencia” humana que va más allá del sujeto
y que se abre a los otros, ya sea de manera circunstancial como permanente;
Proyectos emblemáticos, obras de caridad pequeñas y majestuosas, colaboración
ante alguna dificultad humana, empatía ante el dolor y la frustración, muestras
de afectos y muchas otras acciones y
actitudes son tildadas con el genitivo de “solidaria”. Hay algunos que la ubican
como sinónimo de voluntariado y cooperativismo, e incluso hay otros que la
niegan como elemento perturbador de las exigencias de justicia social que deben
existir entre los seres humanos o de las instituciones para con las personas. Pero
por sobre todo, la solidaridad se presenta como una nueva forma de referirse a
la condición humana, para resaltar su carácter social ineludible.
A- ETIMOLOGIA
La Solidaridad como concepto es relativamente nuevo que
tiene su carta de presentación en el mundo francés, hacia el siglo XVII[1].
Cuando Pierre Leroux emplea el término para hacer referencia a una nueva forma
de hablar de la caridad cristiana en una sociedad laica. Pero definitivamente
quienes la introducen como un concepto fuerte en el ámbito de las ciencias
sociales son el teólogo L. Bourgeois y el sociólogo Emile Durkeim. El primero
para referirse al solidarismo como alternativa al liberalismo y al colectivismo
en las ciencias sociales y el segundo para referirse a la cooperación entre las
diferentes clases sociales.[2]
Etimológicamente
Solidaridad tiene su raíz en el latín y está emparentada con las palabras solidus,
y el sustantivo soliditas, que
expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto,
sólido, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza. Aunque en el latín no
existe ninguna palabra que suene a
solidarietas, en él son más frecuentes las expresiones comiunctio, communio. En resumidas cuentas la palabra solidaridad
puede significar dos realidades significantes: el hecho de construir algo de
manera sólida, compacta y la que dice relación con el mundo jurídico que
expresa las obligaciones in solidum,
es decir, mancomunadamente. La primera de estas significaciones será la que
utilizarán las ciencias sociales para referirse a las relaciones en las clases
sociales y la segunda que formará parte del corpus jurídico que expresará la
idea de compartir el destino entre personas que tienen entre si una relación
contractual.
También
es posible afirmar que la palabra solidaridad puede derivar del nombre que se
le daba a la moneda de oro 25 denarios llamada solidus, la que por su importancia estaba bien considerada en el
mundo latino. Del nombre de esta moneda que era atendida como “Fuerte”, “estable” y “solvente”, derivan
nuestras expresiones de Sueldo y de soldada.
Luego
esta palabra se irá cargando de significaciones diversas desde el ámbito del
derecho y de la construcción, pasando por las ciencias sociológicas hasta
llegar a hacer referencia a un valor y a una actitud moral muy apreciada por la
sociedad. Sin lugar a dudas que es en el ámbito del derecho en donde adquiere
mayor importancia y es la vertiente desde la cual el Diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española hace derivar su noción.
En
el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española[3]
la palabra Solidaridad recoge la raíz etimológica latina de doble significación
que citáramos anteriormente y que afirma tiene dos acepciones:
a)
Modo de derecho u obligación in solidum.
b)
Adhesión circunstancial a la causa o la
empresa de otros.
El
diccionario de la lengua de la editorial Anaya es algo agrega un elemento moral
y sociológico a la definición y afirma de la solidaridad como
una “Circunstancia de ser solidario con un compromiso, una obligación”,
relación entre personas que participan con el mismo interés en cierta cosa,
particularmente que se sienten unidas a la comunidad humana”. Y cuando se refiere al adjetivo afirma su
procedencia del latín solidus,
“ligado a otros por comunidad de intereses y obligaciones (significación
jurídica) que se une a una causa”. Y agrega una relación etimológica con la
palabra “sueldo”.[4]
Al
revisar algunos diccionarios jurídicos nos encontramos que la palabra
Solidaridad viene definida como:
- “La actuación o responsabilidad total en
cada uno de los titulares de un derecho o de las obligaciones por razón de
un acto o contrato.”
- “Vínculo
unitario entre varios acreedores que permite a cada uno reclamar la deuda
u obligación por entero, sean los deudores uno o más”.
- “Nexo
obligatorio común que fuerza a cada uno de dos o más deudores a cumplir o
pagar por la totalidad cuanto les sea exigido por el acreedor o los
acreedores con derecho a ello”.
- “Identificación
personal con una causa o con alguien, ya por compartir sus aspiraciones,
ya por lamentar como propia la adversidad ajena o colectiva”.
- “Cooperación,
ayuda, auxilio.”
Además
se establecen dos modalidades de solidaridad; la solidaridad activa que
corresponde a cada uno de los acreedores solidarios y la pasiva que caracteriza
al deudor solidario.
B. DEFINICIÓN JURÍDICA
Desde
el punto de vista jurídico, podemos determinar que la palabra in solidum se
refiere a las responsabilidades contraídas por cada uno de los sujetos coimplicados en un contrato[5].
Para el Derecho Romano una obligación es solidaria cuando hay indivisibilidad
en el uso de un bien junto con la pluralidad de sujetos. Por ejemplo, cuando se
hace uso del término “deudores solidarios”, cada uno de ellos se obliga a pagar
la totalidad de la deuda, en caso de que alguno no lo haga. “Aunque esta raíz
jurídica sitúa el concepto en el derecho privado, a partir de los siglos XVIII
y XIX se extiende al derecho público apara explicar el origen de las
obligaciones sociales y justificar la organización de las instituciones.” Define la obligación por entero, por el todo o
total. Suele usarse para expresar la facultad u obligación común a dos o más
personas y que atañe a cada una de ellas por entero.
Existe una obligación in solidum, cuando cada deudor puede ser llamado a responder por el
total de una deuda contraída por varios sujetos. Los varios deudores están
obligados a responder por la totalidad de una misma prestación debido a la
naturaleza misma o de la voluntad de las partes. En la concepción jurídica se
supone que del concurso de varios sujetos a una misma acción corresponde una parcialidad
de obligaciones. Cada sujeto está obligado a responder por su parte en la
intervención. Sólo cuando se declara la solidaridad queda derogada la
parcialidad de la obligación.[6]
C.
SOCIOLOGÍA Y SOLIDARIDAD
Es
el mundo de la sociología donde, a partir de Emile Durkheim, se comenzó a
teorizar sobre ella. Durkheim, recibiendo las influencias de August Comte
elaboró que se ha denominado un solidarismo sociológico correlativo a la
propuesta de solidarismo político de L. Bourguois. En sus estudios sociológicos
definía la Solidaridad como la cohesión de los grupos solidarios y la forma de
relacionarse los individuos de un grupo entre sí. Afirmaba Durkheim que el
grupo es solidario con sus miembros y los miembros con el grupo.
Estableció,
además, dos modalidades de solidaridad: a) la solidaridad mecánica, que era
propia de los grupos cerrados y de las sociedades primitivas, en las que no
existe la división del trabajo y sus miembros están supeditados a los intereses
del grupo. Estos grupos viven un fuerte hermetismo y cohesión interna y de ella
se establecieron las bases de las sociedades corporativistas, “lo que propicia
el principio político de carácter organicista que está en el fondo de todos los
fascismos.”[7] b)
La solidaridad orgánica, es la que pertenece a las sociedades más avanzadas en
que funcionan grupos más abiertos; en estas sociedades abiertas hay división
del trabajo y donde el individuo no se define por el lugar que ocupa o su
función dentro de ella, sino por el sistema de relaciones que constituyen el
tejido social más amplio. De esta idea podemos deducir la comprensión de la
solidaridad como un vínculo entre todos los seres humanos, iguales entre sí.
Según
Jean Duvignaud existe una numerosa cantidad de modos en los que se expresa la
solidaridad sociológica, a saber:
- Solidaridades
tradicionales: Son
casi involuntarias y necesarias, se dieron en las sociedades
tradicionales, pero tienen cierta continuidad en la nuestra.
- Solidaridades de
vínculo de Sangre: son aquellas que brotan de
las relaciones familiares, ya sea biológica y/o cultural.
- Solidaridades
urbanas: Son aquellas derivadas de los
grados de cohesión o de pertenencia a una ciudad, por ejemplo, el sentido
de identidad que se originaba en los griegos frente a la polis.
- Solidaridades del
saber, de la magia, de la técnica que dan origen a
las escuelas, los gremios, universidades, colegios, especialmente en la
época medieval donde fue su apogeo.
- Solidaridades en
el mundo del trabajo, es aquella relación que se da
entre los miembros de una empresa, obreros entre sí o empresarios.
- Solidaridades
ideológicas, vinculadas a movimientos sociales,
sucedáneos de la religión, o las sociedades filantrópicas.
- Sociedades
errantes, naturales, sociales, políticas e intelectuales. Encontramos
además, las solidaridades del juego y de las fiestas.
La
Solidaridad sociológica es propia de todas las sociedades en todas las épocas.
A cada época corresponde un tipo específico de solidaridad que es expresión de
las situaciones históricas que viven las respectivas sociedades. Al cambiar la
situación de esos grupos cambiará, por ende, su forma de solidaridad. Desde
esta perspectiva, entonces, no estamos nunca ante una crisis de solidaridad o
una pérdida de la misma, sino que una pérdida de antiguas solidaridades y el
paso a nuevas solidaridades.[8]
La
solidaridad en clave sociológica, puede llevar a ciertas deformaciones y
ambigüedades de la misma que, sobrevaloran las relaciones entre los integrantes
del grupo social y el grado de cohesión de los mismos[9].
En este sentido estaríamos hablando de una solidaridad cerrada que ve a los
integrantes del grupo como hermanos, correligionarios o socios y que expresan
una forma de fraternidad excluyente. Este tipo de solidaridad se apoya,
generalmente, en la pertenencia grupal y se expresa en la cooperación de los
mismos integrantes entre sí. Este tipo de solidaridad cerrada es lo que deriva
consecuentemente en una forma de corporativismo que “tiene la doble cara de ser
muy solidario hacia dentro del grupo y poco solidario, por no decir, insolidario,
hacia el resto de la sociedad.”[10]
D. TEOLOGÍA Y SOLIDARIDAD
En
el ámbito de la teología tenemos dos corrientes que rescatan una visión más
estructural dinámica de la solidaridad. La Teología de la Liberación la ubica
en una dinámica explotados-explotador. Así surge la solidaridad como un
movimiento de liberación de aquellos que han sido recurrentemente postergados;
aquellos desheredados de la historia. Como lo afirma Gutiérrez La pobreza
significa, en última instancia muerte.[11]
Un movimiento ascendente que busca establecer una mirada distinta de y para los
más postergados.
Para
ella, la ética tiene un carácter eminentemente
intersubjetivo, pues, incluye al otro, implica una responsabilidad por el otro
y con el otro. Significa otorgarle validez a un mundo lleno de sentido, de
memoria, de cultura y de resistencia. Significa otorgarle contenido a las
necesidades del otro y entenderlo como un interlocutor válido en la vivencia de
la praxis histórica.[12]
Como bien lo afirmaba Dom Helder Cámara “El sueño de uno es apenas un sueño, el
sueño de muchos es una realidad.”
J. B. Metz y su propuesta de Teología Política establece
que el discurso sobre Dios debe pasar necesariamente por lo que él denomina la
“memoria pasionis”, es decir, por la cuestión del sufrimiento. Esta memoria de
la pasión no es otra cosa que la memoria del sufrimiento de los otros en el que
el discurso
sobre Dios se interrumpe al preguntar por el sufrimiento en la creación buena
de Dios. En Jesús, la sensibilidad al sufrimiento de los demás era la expresión
más fuerte de aquel amor que la parábola del «Buen Samaritano» (Lc 10,25-37) ha
inculcado para siempre a nuestra memoria cultural. Nos convertimos en prójimo
al acercarnos al que sufre. En este modo de la compasión se unen el amor al
prójimo y el amor a Dios (cf. Mt 22,37-40), y el discurso sobre Dios se hace
sensible al sufrimiento. Cuando la compasión, en cuanto sensibilidad al
sufrimiento, conduce a la actuación, se convierte en solidaridad.
Finalmente, hay que subrayar con Johann Baptist Metz
que la solidaridad no se extiende solamente a los contemporáneos. Vale también
«hacia atrás», es decir, es solidaridad de memoria con los muertos; y vale
«hacia adelante», es decir, es solidaridad de responsabilidad por las
generaciones futuras. Esta solidaridad anamnética o compasiva posee un carácter
escatológico que busca establecer mediaciones con la realidad histórica. No
basta una solidaridad simétrica que intente explicar el pasado como una historia de frustración y lanzarse a
la construcción del futuro, sino que- a
su juicio- debe establecerse una solidaridad asimétrica en la
que los sujetos que carecen del reconocimiento de su dignidad y luchan por ella
deben enfrentarse a otros que no reconociéndolas se comportan como dominadores.
La tarea es una solidaridad en la que exista la necesidad del mutuo
reconocimiento.
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